ESPAÑA Y FRANCIA, DOS SENDAS MUY DIFERENTES
LA reunión bilateral que celebraron ayer Mariano Rajoy y François Hollande sirvió para demostrar, una vez más, el buen entendimiento que existe entre ambos países en materia de política europea, ya que coincidieron en la necesidad de que la UE impulse un mercado de la energía interconectado a escala continental, entre otras importantes medidas. Pero esta sintonía en el ámbito comunitario se transforma en divergencia cuando se observa la diferente senda emprendida por uno y otro mandatario contra la crisis. Hace dos años y medio, Hollande llegó al Elíseo con la firme promesa de rechazar las políticas de reformas y ajustes, a diferencia de lo que defendía Rajoy, entre los vítores y aplausos de la bancada del Partido Socialista. Hoy, sin embargo, los resultados de dichas estrategias saltan a la vista.
España hace tiempo que salió de la recesión y lidera el crecimiento de las grandes economías de la zona euro, al tiempo que crea empleo y sigue reduciendo el déficit, cumpliendo así con los objetivos marcados por Bruselas. Francia, por el contrario, sufre un agónico estancamiento, mientras la tasa de paro continúa en ascenso y se muestra incapaz de recortar su agujero fiscal. De hecho, el Ejecutivo galo se arriesga a sufrir la penalización de la UE debido al reiterado incumplimiento de sus metas presupuestarias. La errónea política económica seguida inicialmente por Hollande y la grave parálisis que sufre su Gobierno a la hora de implementar de forma rápida y eficaz las profundas reformas estructurales que precisa el país han terminado por convertir a Francia en el enfermo de Europa, cuando, a mediados de 2012, era España la que centraba todas las preocupaciones. España y Francia han seguido dos caminos opuestos, obteniendo, a cambio, frutos muy diferentes.
