OPINIÓN
MÁRTIRES
El Cristianismo sigue siendo una religión perseguida
UNA de las peores perversidades morales del mundo actual es la prostitución del lenguaje, es decir, la pretensión de dar a las palabras el significado que nos convenga según nuestros intereses. Digo esto porque esta semana, con motivo de un atentado en el que unos asesinos, después de matar a sangre fría a cinco personas inocentes y ser abatidos por la policía de un país, han sido llamados repetidas veces «mártires» por la prensa occidental. No, señor: quien muere por una causa en la que cree es un mártir, en efecto, siempre y cuando no devuelva la moneda del odio. El que muere matando o después de haber matado no es un mártir. Es solo un asesino, un despreciable asesino.
En los últimos días hemos vivido la semana de los Santos Mártires de Córdoba, que comenzó el lunes con la ofrenda floral y la misa hispano-mozárabe en honor de los patronos y tendrá mañana su broche de oro con la presencia de las sagradas reliquias en la Catedral. Y como decía un sacerdote en una misa de esta semana, hoy no se recuerda el nombre de quienes asesinaron a los Mártires, pero sí los recordamos a ellos, con sus nombres precisos. No sabemos mucho de ellos, pero sí lo suficiente: que dieron sus vidas y derramaron su sangre antes de renunciar a la fe de Jesucristo, y lo hicieron sin matar a nadie, simplemente soportaron los tormentos sabiendo que hay cosas más importantes que agradar a los poderosos.
Hoy, como hace diez siglos en la Córdoba califal o dieciocho en la romana, el Cristianismo sigue siendo una religión perseguida en muchas regiones del planeta (casi todas, por cierto, de mayoría musulmana). De hecho, informes internacionales independientes confirman que es actualmente la religión más perseguida del mundo. En algunos lugares basta ser cristiano para ser crucificado, degollado o vendidas como esclavas sexuales. Recemos a los Santos Mártires de la Córdoba romana y califal por los mártires cristianos del mundo de hoy, o por quienes por el mero hecho de ser «nasrin», nazareno, cristiano, corren grave e inminente peligro de perder su casa y su vida. Mañana domingo tenemos una ocasión propicia para hacerlo: a las diez de la mañana en la puerta de San Pedro o a las doce en la misa que se celebrará en la Catedral.