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Cuando Alemania estuvo en crisis
Un país al borde de la desaparición en 1923
1923 fue un año crucial en la historia de Alemania. Tras la Primera Guerra Mundial, una serie de factores, demasiado largos para esta sección, fueron acumulando problemas sobre problemas hasta dejar una situación insostenible, caldo de cultivo para los extremismos. 1923 había empezado con la invasión de Renania por parte de Francia y Bélgica. En octubre se produjo una nueva revuelta comunista en Hamburgo. Y en noviembre, un golpe de Estado, que parecía uno más de los múltiples levantamientos, se produjo en Múnich. Lo puso en marcha un partido nuevo prácticamente desconocido, el NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), liderado por un personaje desconocido, Adolf Hitler.
ABC publicó el 20 de octubre un artículo premonitorio, bajo el título de «ABC en Berlín. Horas críticas», del corresponsal en Berlín Alfred Manes, que decía: «Empeñado en una lucha feroz por su propia existencia, el Estado se ve en la necesidad de expropiar, por los medios más refinados de la técnica fiscal, a las diversas clases sociales, una tras otra. Hasta ahora han sido totalmente expropiados los tenedores de papel del Estado, de hipotecas y de fincas urbanas (piense el lector que los fondos públicos y las hipotecas tienen el mismo valor nominal que en 1914, y que el alquiler, fijado por la ley, de un piso de ocho habitaciones en Berlín, ha sido este mes muy inferior a una peseta). La clase media y los intelectuales se encuentran completamente proletarizados. Los empleados públicos y los comerciantes encuentran cada día mayores dificultades para vivir. Únicamente se han salvado hasta ahora de 1a catástrofe general los agricultores y los especuladores» decía ABC en su edición del 20 de octubre de 1923. Un poco más adelante decía: «Semejante estado de cosas es, naturalmente, propicio para que los agitadores poéticos traten de arrastrar al pueblo a soluciones desesperadas. Estos días últimos han circulado sin cesar —y preciso es reconocer que no del todo desprovistos de fundamento— los más alarmantes rumores sobre próximos actos de fuerza», y citaba Baviera como zona especialmente caliente. Terminaba: «El interés de Europa exige que este ideal del pueblo alemán se realice. De otro modo, la balcanización de Alemania crearía en el corazón mismo de Europa un foco de discordias, de conflictos y de guerras mucho más peligroso que el de los propios Balcanes».
La fotografía que hemos elegido para ilustrar nuestro comentario de hoy es del magnífico fotógrafo alemán Alex Stöcker (1896-1962), que tenía su estudio en Berlín y que colaboró regularmente con ABC y Blanco y Negro. Unos carros transportando la nueva moneda que se comenzó a emitir en noviembre de 1923 como medida contra la hiperinflación que había llegado a niveles increíbles, el Reichesmark.